MUY BUENAS DE NUEVO. Vuelvo por aquí y esta vez para hablar del hambre emocional. Con frecuencia, llegan a consulta personas muy preocupadas por que no pueden dejar de comer cuando están estresad@s o “están en casa sin hacer nada”, “auto diagnosticándose” que se han dado cuenta que tienen hambre emocional.

Me gustaría dar unas pinceladas sobre este concepto desde el prisma de una nutricionista. Y para ello, he querido contar una compañera especializada en Trastornos de la Conducta Alimentaria y con muchos años de experiencia profesional. La descubrí en redes sociales y seguro que aquellas personas que seguís a @nutricionconvir, Beatriz Verdi también os suena toda la divulgación suya que comparto.

Vamos allá.

EL hambre emocional es un acto en el que utilizamos la comida para atender a una emoción. En primer lugar, Es importante saber que TODAS LAS PERSONAS tenemos hambre emocional, es algo natural debido a la estrecha relación que existe entre alimentación-emoción. Por ejemplo, entre las funciones de la comida está la placentera y ello nos mantiene con motivación para llevar a cabo la acción de comer, y así garantizar la supervivencia. Por otra parte, desde que nacemos, hemos aprendido que la comida nos sirve para regular emociones. Cuando necesitábamos apego, cariño, cercanía, llorábamos para que nos atendieran y lo hacían dándonos de comer. Y esta asociación la hemos ido integrando en la edad adulta. Utilizamos la comida para expresar emociones, celebrar, vincularnos con personas queridas, el recuerdo agradable que nos produce una comida, y también para relajarnos y calmarnos. Además, hay determinadas sustancias presenten en alimentos que actúan a nivel cerebral generándonos bienestar y placer. Es decir, el concepto de hambre emocional forma parte de nuestra forma de relacionarnos con la comida y NO tiene que implicar algo negativo o a evitar.

Ahora bien, ¿CÚANDO EL HAMBRE EMOCIONAL SE CONVIERTE EN UN PROBLEMA CON LA COMIDA? Cuando la comida se convierte en el único mecanismo para hacer frente a a las emociones. En este caso, la comida se convierte en la vía automática para aliviar (momentáneamente) una situación emocional, sin atender al verdadero problema y sin identificar la persona que es lo que realmente necesita en ese momento. Después de comer el malestar emocional sigue estando , y suele empeorar por el conflicto que ocasiona el haber recurrido a la comida para escapar de esa emoción, entrando en un círculo tormentoso con la comida.

¿Y por qué se crea una mala relación con la comida? Veamos, nuestro cuerpo es un sistema complejo de interconexiones físicas, mentales, emocionales, ninguna de estas partes están separadas, además, como hemos dicho, se van reformulando de acuerdo a las experiencias vividas, escuchadas, creando aprendizajes negativos en torno a la comida y el cuerpo/peso, que de alguna forma esto a su vez crea más sentimientos negativos en la persona, como la culpa por comer, y como consecuencias alteraciones en las conductas alimentarias como lo son: las restricciones alimentarias, ya sean eliminando algún grupo de nutrientes como los carbohidratos, grasas, o saltándose las comidas con ayunos prolongados, que al final esto no hace más que fomentar aún más la desregulación de sus sensaciones de hambre y saciedad, promoviendo más ingestas compulsivas. Y es aquí donde se juntan el hambre física, mental y emocional, entre otras, y yo digo que es como un volcán en erupción y el pez que se muerde la cola. Los síntomas (restricción alimentaria, preocupación por la imagen corporal) y el problema de base (emociones) se conjugan. (Beatriz Verdi, nutricionista).

¿Y cómo se ve en la práctica el comer emocional desde una mala relación con la comida? La persona suele comer con urgencia, de forma compulsiva, sin escuchar a su señal de saciedad, sin ser consciente de que está comiendo, y con el consecuente sentimiento de culpa y vergüenza. Es decir, aquí no hay consciencia del acto de comer, no hay capacidad de elegir ni de verdadero disfrute. Usualmente el comer emocional como vía de escape a las emociones tiende a manifestarse con ciertas características como lo son: Comer una cantidad inusualmente grande de alimentos en un período de tiempo discreto , comer más rápido de lo habitual, comer hasta sentirse incómodamente llen@..

Entonces, nutricionista “¿cómo me puedes ayudar?”
-Lo primero, en caso de que no esté en terapia, derivar a psicología especializada para trabajar conjuntamente. Es imprescindible que la persona aprenda a identificar y gestionar sus emociones.
– Desde el área alimentaria podemos trabajar desde la reeducación aquellos creencias y hábitos arraigados que puedan estar fomentando el hambre emocional desde un conflicto con la comida.
No hay dieta ni estrategia nutricional que pueda “controlar el hambre emocional”. NO se trata de controlar ese estado. Se trata de:
Alejarnos de conductas alimentarias y mitos alimentarios que fomentan una mala relación con la comida.
Ir a la causa del problema, en vez de poner un parche, para poder solucionar verdaderamente el problema.
Agregando a lo expuesto por Virginia, como nutricionistas tenemos como objetivos:
1. Rehabilitar nutricionalmente al paciente, independientemente de su tamaño corporal. Esto es estabilizar todas las deficiencias nutricionales producto de las conductas compulsivas y restrictivas.
2. Estabilizar tus hormonas que regulan el hambre y la saciedad, esto se logra a través de la nutrición y ciertas herramientas como por ejemplo: el comer con consciencia y atención plena, entre otras.
3. Aprender a reconocer, escuchar, diferenciar y atender a los diferentes tipos de hambre.
4. Estabilizar tu metabolismo en caso de a ver estado afectado por los ayunos y el efecto yoyo.
5. Sanar tu relación con la comida, reprogramando todos aquellos constructos creados por la cultura de dietas.

La recuperación de una persona que presenta comer emocional como estilo de afrontamientos, no solo debe abordar las causas psicológicas, también debe proporcionar un paradigma completamente nuevo de cómo entendemos las diferentes funciones de los alimentos y el cómo sí es posible mantener una alimentación normal con una nutrición incluyente y respetuosa.

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Beatriz Verdi,Licenciada en Nutrición y Dietética. Magister en Psicología. www.beatrizverdi.com

Virginia López Bastida, EXT-0024.Dietista-Nutricionista, especializada en TCA. www.nutricionconvir.es