Para hablar sobre ello he querido contar con la participación de Juana, compañera nutricionista, y además psicóloga. He tenido la suerte de realizar con un ella un curso y admiro profundamente el tipo de trabajo que lleva a cabo en relación a la conducta alimentaria.
Me parece muy importante hablar sobre este aspecto debido a las expectativas que se están creando en la búsqueda de comer “sano”, las cuales muchas de ellas, siguen estando bajo la práctica de la mentalidad dieta. Dichas expectativas ,en una persona con un TCA y en una mala relación con la comida, está más que demostrado que acaba saboteando la recuperación.
En un TCA restrictivo, con frecuencia, una de las fases por las que se pasa en la recuperación es por “me recupero comiendo sano”. En la práctica, esta forma de alimentarse se traduce en lo siguiente:
– Exclusión de alimentos considerados “insanos” , catalogados socialmente como “basura”/ “veneno” (como por ejemplo dulces, refrescos, comida ya preparada…).
– Exclusión de grupos de alimentos con muchos mitos como los carbohidratos y grasas.
– Disminución destacable de alimentos considerados calóricos dentro de los diferentes grupos de alimentos , como frutos secos, lácteos, algunas carnes, algunas frutas, la yema del huevo…
La enfermedad intenta explicar que seguir con esas recomendaciones nutricionales “sanas” es la forma correcta de la rehabilitación nutricional, para así conseguir un estado nutricional saludable.
Puede ser que para algunas personas pasen de comer prácticamente nada de comida a incorporar más alimentos y ello le permita alcanzar un IMC considerado “fuera de riesgo”. Pero alcanzar ese estado nutricional NO es sinónimo de:
– Dejar de haber síntomas del déficit energético.
– Estar en un estado nutricional saludable para la persona ( es decir un cuerpo que te permita estar en un bienestar integral, considerando la salud física, mental y social).
– Haber resuelto todas las conductas alimentarias de rigidez y obsesión con la comida.
Cuando una persona con TCA restrictivo ve que la forma de recuperase por su “salud” consiste en excluir alimentos (con independencia del tipo), no lo está haciendo desde la parte sana, si no desde la distorsión que tiene todavía acerca de cómo es la alimentación saludable y de la amenaza incesante que siente su cerebro ante los alimentos excluidos.
Clasificar los alimentos en “buenos” y “malos” hace que veamos la comida como algo a EVITAR, de lo que HUIR. Es importante que a nivel sistema nervioso el cerebro deje de asociar comer a una amenaza pues se activa la rama parasimpática, la que nos ayuda a huir cuando estamos en peligro, nos pone en modo “REACTIVO” en lugar de responder con consciencia estamos en alarma-alerta.
Además la restricción en si misma alimenta la obsesión pues un cerebro hambriento es un cerebro ansioso, la restricción de H. de carbono correlaciona con bajos niveles de serotonina lo que aumenta la impulsividad. Un animal hambriento es un animal ansioso, no hay lugar para razonar, solo reaccionar ante la necesidad sin cubrir, y aumentar la obsesividad y las obsesiones nos van a llevar a compulsiones (con la comida).
Ver alimentos como permitidos y prohibidos hace que el deseo por los prohibidos aumente, cualquier cosa aumenta su poder reforzador cuando se prohíbe, es una recompensa mayor si está prohibido, eso genera ansiedad por comer y acabo comiendo por ansiedad, es decir, si la restricción nos genera ansiedad y la comida es un ansiolítico natural , acabamos desarrollando una relación ambivalente donde la comida es el problema (genera ansiedad) y solución (me calma la ansiedad). (Juana Fernandez, Psiconutrición).
Por ello, en esa fase de “lo correcto es recuperarse comiendo solo alimento sanos”, detrás sigue estando el TCA enmascarado desde la búsqueda de la “falsa salud” para:
– Suprimir el placer con la comida, pues ante determinadas conductas alimentarias repetidas, el cerebro tiene aprendido que el placer por comer es algo negativo.
– Huir del miedo a engordar.
– Buscar la perfección, el control, la autoestima, la aprobación social a través de algo que se considera como exitoso que es controlar la comida.
Así, dentro de la rehabilitación nutricional es necesario:
– Alejarse de las recomendaciones nutricionales generales estándares.
– Resolver los mitos alimentarios que demonizan a determinados alimentos, para poder “normalizar” la comida como comida, independientemente de su calidad nutricional.
– Incorporar y repetir continuamente la exposición alimentaria a alimentos temidos sin conductas prohibitivas ni rígidas, para ayudar al cerebro a comprobar que esas conductas no son de peligro.
– Acercarse a todos los alimentos sin prohibiciones. Seguir clasificando los alimentos hace que reaccionemos a ellos y no sea posible sanar la conducta alimentaria eligiendo de manera libre y consciente. Además de mantener el pensamiento dicotómico “todo o nada” o como “bien” o como “mal” alimentando el patrón disfuncional restricción-atracón.
De nada sirve que conseguir un estado nutricional considerado “óptimo” si la comida sigue siendo un peligro, si sigue viendo un miedo incesante a engordar y si la relación con la comida sigue estando bajo conductas alimentarias alteradas.
Volver a asociar comida a seguridad, la comida está SIEMPRE ahí para mi y soy yo quien elijo comerla (o no comerla) desde la elección libre y consciente y no desde la huida, por eso es importante no restringir para volver a elegir.
Juana Fernández, soy Psicóloga y nutricionista, llevo 15 años ayudando a personas a conocer y mejorar su conducta alimentaria y tengo un programa de 6 semanas para población general y otro para profesionales. www.nutricionalmente.es
Virginia López Bastida, EXT-0024.Dietista-Nutricionista, especializada en TCA. www.nutricionconvir.es